Memoria Malkavian

Bautice a un gato callejero -y por cierto, su nombre es Ferrari- No se porque, no puedo explicarlo. Un gato tuerto, atigrado y ocasionalmente sangrando. Cuerpo fragil, mas bien timido que parece romperce en pedasos aparece en el atardecer. Justo a la hora en que algunas mujeres toman cafe cerca del mercado y yo escapo a buscar mi primer alimento. Escuche un dia antes que los monos que escriben viñetas no se preocupan por lo que hacen mientras sigan escribiendo. Quizá alguien quiera denunciarme por ponerle un nuevo nombre a un viejo gato que se que no es callejero, pues solo busca recurrente la caricia de mi mano helada cubierta por un guante pasadas las 6 de la tarde. Me encuentra en la tarde, puede que sea solamente una criatura nocturna, fácil, dócil. También se que no soy su único dueño. Seguro una niña con listones y faldas de tul lo acaricia en su regazo. Y lo quito de mi mente porque solo conozco a una niña que acariciaría a un gato tuerto y ella ya no esta aquí. O tal vez si, debería llamarla. Lo mas probable es que por el día le cuide un vagabundo como yo. Uno bueno, que le regala sardina seca pues cuando yo se las llevo nunca tiene hambre. Espero que no amanezca antes de que descubra cual es su nombre. Tal vez ni siquiera sabe que existo, de otra forma habríamos cuidado juntos del gato.
Pero es mejor así, la soledad es mejor gozarla en solitario. Alguien ya debió decirlo antes.